abrazos cálidos.


Desperté, aun medio ebrio, y lo primero que vi fueron sus ojos fingiendo enfado, pero tan llenos de amor que parecía que iban a explotar en cualquier momento.
- Eres imposible, enserio. Tienes que controlarte más.
- Lo siento…
Él sonrió con cariño, y me besó suavemente, con infinito cuidado, como cuando besas una rosa e intentas no deshacer sus pétalos. Y no sé si fue el alcohol, la bonita noche estrellada que se veía por el cristal, o simplemente estar en sus brazos medio dormido, en el interior de aquel cálido automóvil, sintiendo sus labios tibios sobre los míos, pero por un momento pensé que no se podía ser más feliz.
- Duerme un rato más, yo me quedaré aquí contigo –dijo cortando el beso.
- No hace falta…mejor vete con los chicos, diviértete.
- Solo quiero estar aquí contigo. Sentir tu piel cálida, y mirarte mientras duermes. Es mil veces más divertido que salir de fiesta, ¿sabes? –sonrió.
El corazón me latió más deprisa, y mi mente fue incapaz de encontrar una respuesta a esa frase. Me acurruqué contra él, me hice un ovillo en sus brazos, y dejé que me rodeara más aun con ellos. Y me dormí contra su pecho, escuchando los latidos de su corazón, llenándome de su calidez, sintiendo que, entre todo el caos y el ruido, había un refugio cálido y apartado del mundo para mí; sus brazos envolventes, su pecho cálido, y su sonrisa calma recortada contra el asiento.

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