Cerrar podrá mis ojos la postrera

Sombra que me llevare el blanco día,
Y podrá desatar esta alma mía
Hora, a su afán ansioso lisonjera;

Mas no de esotra parte en la ribera
Dejará la memoria, en donde ardía:
Nadar sabe mi llama el agua fría,
Y perder el respeto a ley severa.

Alma, a quien todo un Dios prisión ha sido,
Venas, que humor a tanto fuego han dado,
Médulas, que han gloriosamente ardido,

Su cuerpo dejará, no su cuidado;
Serán ceniza, mas tendrá sentido;
Polvo serán, mas polvo enamorado.

Francisco de Quevedo


acabo de recordar que un dia me dije...uno es tan feliz como uno quiere,¿no? ; ¡pues yo decidí ser muy feliz!.
quizás no todo vaya precisamente bien, ni todo sea color de rosas...quizas esté hecho polvo, pero no es en vano...soy polvo felizmente enamorado, incluso si el amor duele como hoy.

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